Un equipo de investigadores de la Universidad de Austin, en Texas, ha
dado con una forma de superar una de las barreras que hace que los
discos duros actuales no puedan aumentar exponencialmente su capacidad.
En un disco duro tradicional, la información se almacena en partículas depositadas magnéticamente sobre una superficie de metal que representan ceros y unos.
Cuanto más pequeños sean esos bits de información, más capacidad de
almacenamiento tiene el disco. En la actualidad la tecnología es capaz
de almacenar un trillón de estas celdas de datos (128GB) en una pulgada
cuadrada.
El problema es que, si se reduce más el tamaño de estas celdas, se producen interferencias magnéticas
que hace que las celdas se vuelvan inestables y puedan cambiar su
estado lo que, en la práctica, arruina cualquier información contenida
en el disco.
Lo que ha descubierto el grupo de Austin es un polímero compuesto de
nanopartículas que, al ser depositadas sobre un material, se alinean en
perfecto orden en unos pocos segundos. Cada una de estas partículas es
tan pequeña que multiplica por cinco la densidad de la superficie del disco, y tiene la particularidad de estar completamente aislada magnéticamente de las partículas que la rodean.
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